¿Es la muerte de estos dictadores criminales ‘justa y necesaria’?
El Comisionado general de Derechos Humanos y presidente de esta Corte AICAC-HR [INGO] Dr. Humberto Humphrey Pachecker declara oficialmente que la reciente toma de posesión de Nicolás Maduro como presidente de Venezuela, es una flagrante usurpación criminal de poder, un grave delito penal que se produce cuando este usurpador Maduro y su grupo de lacayos se apoderan de una nación y un pueblo- Venezuela de manera total mediante la violencia, amenazas, engaños y abusos de confianza.
Esta Usurpación del poder en Venezuela con la investidura ilegítima de Maduro como presidente abre una nueva etapa de condenadas y aumenta la represión y el aislamiento denuncia este Comisionado general de Derechos Humanos y presidente de esta Corte AICAC-HR [INGO] Dr. Humphrey Humphrey Pachecker.
Esta usurpación de poder criminal es la usurpación de funciones públicas, que ‘per se’ es un delito penal que consiste en permitirle ilegalmente a Maduro ejercer actos propios de una autoridad la cual él ya no tiene como funcionario público y sin tener el título para hacerlo.
Este delito se debe castigar con una pena de prisión para Maduro y lacayos por la usurpación de atribuciones y la ilegal apropiación de las prerrogativas de una posición administrativa y judicial sin tener ningún derecho a ello.
Celebramos y hacemos eco que Estados Unidos prepara sanciones a Maduro por la represión y usurpación del poder. Ahora se unen los republicanos del Capitolio y la Casa Blanca de Biden, incluyendo al presidente electro Donald J. Trump apoyando al otro presidente electo Edmundo González Urrutia. Igualmente el senador republicano Rick Scott afirma que sin ninguna duda va a plantear medidas contra el dictador venezolano.
Sacamos a colación haciendo mención de dos articulos certeros al tema, y citamos:
Caudillo, déspota, dictador, tirano en Latinoamérica y en José Martí. Si tenemos en cuenta que, según José Martí- el mártir patriota cubano, cada ser humano puede desarrollar el autoritarismo, solo nos resta desear que para la Latinoamérica del mañana la libertad de expresión y la democracia sujeten como dos brazos la espada de Damocles, referida al poder.
José Martí reflexionó bastante sobre la propensión en américa al caudillismo. Con estos antecedentes y al ser él mismo el organizador de una guerra libertaria tuvo una labor de convencimiento y relación política –que en algunos casos desembocó en amistad– con importantes figuras militares sobrevivientes de la Guerra de los Diez Años en Cuba, como son los casos de Julio Sanguily, Fernando Figueredo, Salvador Cisneros Betancourt, Serafín Sánchez, Carlos Roloff, Tomás Estrada Palma, Máximo Gómez y Antonio Maceo.
Y con los dos últimos, en la legendaria reunión de La Mejorana, pocos días entes de su muerte, todavía se siente su real preocupación de que se desarrollara una guerra con libre potestad de los jefes militares. Él era consciente del freno que constituyeron los diputados y presidencia de la República en Armas en la guerra anterior y cómo lejos de viabilizar fueron muchas veces un obstáculo para extender la lucha a todo el país. Sin embargo, en su vocación por el equilibrio, también veía como un gran riesgo el hecho de que la victoria llegara con generales llenos de sobrestima personal y sin un ejemplar pensamiento republicano de trasfondo. Él mismo se puso la camisa de fuerza en el Partido Revolucionario Cubano que creó, donde existían elecciones anuales, y se eliminó la nomenclatura de presidente, quedando sólo como cargos más importantes el del delegado y tesorero.
Por otro lado. Los dictadores, incluso aquellos que toman el poder con la intención de ayudar a la nación, frecuentemente se transforman con el tiempo en tiranos. Puede haber muchas razones para esto.
Este artículo se centra en un factor interesante y posiblemente generalizado detrás de este proceso. Se desarrolla un modelo que muestra que la serie de decisiones tomadas a lo largo del tiempo por un líder autoritario sobre cuánta intriga política y cuánta maldad debe permitirse para permanecer en el poder conduce a una inconsistencia dinámica que convierte al líder en un tirano. Es posible que el dictador, con el tiempo, se arrepienta de esto, pero para entonces ya no tendrá opciones de salida. El análisis nos lleva a pensar en reglas ex ante y disposiciones de límite de mandato para evitar que esto suceda.
A lo largo de la historia, hemos visto ejemplos de dictadores que llegaron al poder con alguna intención genuina de conducir a la nación a un futuro mejor y se transformaron, con el tiempo, en un tirano despiadado, oprimiendo a la ciudadanía y dispuesto a hacer cualquier cosa para permanecer en el poder.
Por lo general, cuando un líder llega a esta fase despiadada, resulta políticamente incorrecto decir que tal vez alguna vez fue razonable, o al menos más razonable, con alguna intención genuina de proporcionar un buen liderazgo a su país. No estoy sugiriendo que la buena intención inicial sea siempre la misma. El principal resultado de este artículo es demostrar que, independientemente de dónde comience un líder autoritario, siempre habrá una tendencia a deteriorarse con el tiempo.
Sin embargo, creo que negar que puede haber buenas intenciones al principio, como si la intención malvada fuera una verdad axiomática, perjudica un análisis objetivo de los dictadores y los regímenes totalitarios y, por lo tanto, frustra el desarrollo de políticas y estrategias para bloquear giros de acontecimientos indeseados como los que hemos visto repetidamente a lo largo de la historia.
Los ejemplos saltan a la vista: Joseph Stalin, Benito Mussolini, Hugo Chávez, Fidel Castro, Kim Il-sung, Robert Mugabe, Zine El Abidine Ben Ali, Muammar Gaddafi, Daniel Ortega y otros como Maduro En caso de que estos ejemplos parezcan inadecuados, después de que comencé a trabajar en este artículo, Putin invadió Ucrania, lo que nos recordó que lo habían dejado de lado. Permítanme añadir: y Vladimir Putin.
El artículo utiliza supuestos simples y plausibles y proporciona, mediante un análisis paso a paso, una explicación sorprendentemente clara de esta propensión de los líderes en el poder durante mucho tiempo a transformarse en alguien tiránico y malvado. Lo que el artículo intenta explicar es el rompecabezas resumido por Stephen Kinzer (2021): “Durante la mayor parte de su vida [Daniel Ortega] estuvo en una apasionada rebelión contra [la dictadura de Somoza y] todo lo que representaba. Luego, en lo que parecía un sorprendente cambio de actitud, comenzó a replicarla. Con precisión y diseño, ha creado una tiranía insular y dinástica que se parece inquietantemente a aquella contra la que luchó hace décadas”.
Para los líderes políticos fuertes que permanecen en el poder durante mucho tiempo, hay muchos cambios que ocurren en su entorno que pueden ser motivo de preocupación. Sabemos que la información y las noticias que reciben estos líderes se vuelven cada vez más sesgadas. Su personal y sus secuaces, preocupados por no molestar al líder, le dan a su jefe la información que a este le gustaría escuchar.
Es probable que Mao Zedong no se diera cuenta durante mucho tiempo de que su Gran Salto Adelante había fracasado y estaba provocando una de las mayores hambrunas de la historia mundial. Es probable que lo que Putin cree que está sucediendo en Ucrania esté muy lejos de lo que está sucediendo en Ucrania. Su reputación de tirano y brutal debe asegurar que su personal le dé las noticias que quiere oír. Además, la psicología de los tiranos suele ser muy diferente a la de los mortales comunes. Algunos de ellos probablemente no son conscientes de su propia brutalidad o creen que lo hacen en beneficio de la nación. Es imposible saber si realmente creen en esto o crean estos delirios para poder vivir con ellos mismos.
El objetivo de este artículo es centrarse en una pequeña parte de esta realidad y llamar la atención sobre un resultado natural. No importa cuál sea la intención inicial de un líder que busca el poder, es fácil tomar medidas para prolongar su mandato, lo que paso a paso puede parecer natural, pero en su totalidad atrapa al líder en el mal político y la opresión de la que no puede escapar. La declaración más conmovedora de esta trágica situación humana se encuentra en Macbeth de Shakespeare (Acto III, Escena IV), cuando Macbeth le dice a su esposa:
“Estoy en la sangre tan atravesada que, si no pudiera caminar más, regresar sería tan tedioso como cruzar”.
Si los líderes son malvados por naturaleza, el hecho de que terminen practicando el mal no sería un resultado sorprendente. Al centrarse en el caso de líderes con buenas intenciones y luego mostrar cómo terminan como tiranos, este artículo explica por qué esta transformación de líderes que permanecen mucho tiempo en el poder es tan omnipresente. Debe enfatizarse que el modelo no se centra en dónde comienzan los líderes, buenos o malos, sino en el proceso por el cual se deterioran, donde sea que comiencen.
¿Es la muerte de estos dictadores criminales ‘justa y necesaria? Como abogado JD-LLM considero que debo coincidir con una reflexión jurídica sobre la muerte del colega Sergio García Ramírez- Presidente de la Corte Interamericana de Derechos Humanos e investigador del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM.
El orden jurídico no puede resolver por sí mismo cuándo ocurre la vida y cuándo aparece la muerte. Para saberlo, el jurista se vuelve hacia otros “oráculos” y a partir de ellos codifica sus fórmulas imperativas. No será el jurista quien diga cuándo existe un ser vivo.
Lo más que el derecho y el jurista pueden hacer, una vez resuelto el tema fuera del espacio jurídico, es elegir una de las diversas respuestas sobre el inicio o fin de la vida, para traer desde ahí las consecuencias jurídicas que se deben injertar en el sistema de las relaciones sociales.
En este articulo, el autor explica cómo es que la norma jurídica recoge expresiones de la ciencia y luego dispone lo que puedan significar para el derecho.
A través de sus reflexiones, podemos percatarnos de que el derecho está construido sobre un cimiento que otras disciplinas le suministran: cimiento de singular hondura cuando se trata la vida y la muerte.
